Patrimonio cultural

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Casco urbano de Villarroya de los Pinares
Declarado Conjunto Histórico Artístico, por su monumentalidad y estado de conservación, el casco urbano de Villarroya debe considerarse como un excelente ejemplos de la arquitectura medieval presente en la comarca del Maestrazgo.
Emplazado en el curso alto del río Guadalope, en la vertiente norte de la sierra de Gúdar, la mayor parte del casco urbano se extiende sobre una ladera localizada en la margen izquierda del citado curso. Este emplazamiento constituye también uno de los grandes atractivos de la localidad, conformando un paisaje abrupto y de contrastes entre las laderas sobre las que se emplaza el caserío y la vega del río.
Los principales elementos arquitectónicos del casco urbano de Villarroya los encontramos en torno a la calle Mayor y la plaza Mayor o de Los Arcos. En lo que se refiere a la primera, se trata de la vía principal del pueblo, trazada en dirección Norte-Sur y salpicada de importantes edificaciones de carácter civil, tanto populares como de carácter palaciego. Por su parte, en la Plaza Mayor encontramos los principales edificios de la localidad, tanto la iglesia como el Ayuntamiento, conformando un espacio urbano de gran belleza patrimonial y que, como particularidad, está abierto a la vega del Guadalope, algo poco habitual en éstos asentamientos de origen medieval, ya que la fortificación del pueblo en conjunto y de sus centros de poder, en particular, solía ser una de las prioridades.
A los espacios y edificios descritos hay que sumar buenos ejemplos de arquitectura popular (casas palacio, pequeñas viviendas, etc.) que mantienen el sabor medieval de esta localidad, así como destacados ejemplos de arquitectura religiosa como la ermita de Nuestra Señora de Loreto.
Iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora
Consta de dos partes bien diferenciadas, la nave y la cabecera, cada una correspondiente a una época histórica y a un estilo diferente. En lo que respecta a la nave, de estilo gótico y datada en el siglo XVI, está cubierta por bóvedas de crucería que se alzan sobre arcos sajones. De esta parte del templo destaca el crucero, de dimensiones considerables y rica decoración renacentista compuesta por una variada rejería y por pinturas de fachadas interiores y escudos heráldicos. La renovación de esta parte del templo fue costeada por el Obispo Francisco Peña, influyente personaje de la jerarquía eclesiástica que llegó a ser archidiacono de la iglesia de Zaragoza y auditor de la Rota en Roma. Más austera resulta la parte del pórtico y el resto de la nave, fechada en el siglo XV y que, como curiosidad, no contaba en origen con campanario, por lo que se habilitó a tal efecto un torreón defensivo situado en la parte alta de la localidad.
Ermita de Nuestra Señora de Loreto
Muy comunes en todo el Maestrazgo turolense, la mayoría de las ermitas consagradas a la virgen de Loreto datan del siglo XVII y comparten características arquitectónicas: construcción de cantería y mampostería, planta cuadrada cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos y atrio delantero con cuatro columnas que sustentan un tejado a cuatro aguas. Como elemento diferenciador, la de Villarroya de los Pinares presenta unas dimensiones sensiblemente mayores a las del resto de ermitas de Loreto presentes en la comarca y cuenta, además, con un crucero culminado por una cúpula semiesférica de ladrillo decorada en parte con cerámica vidriada.
Ayuntamiento
Edificio de dos alturas situado en la plaza Mayor o de los Arcos y construido en sillería y mampostería encalada. El primer piso cuenta con una lonja de tres arcos rebajados sobre columnas cilíndricas, mientras n el segundo piso encontramos tres grandes ventanales rectangulares rematados por un alero de madera. Del exterior también destaca su reloj de sol.
Casa Peña
Se trata de un gran edificio de estilo barroco residencia del Obispo Francisco Peña, benefactor de la localidad y uno de los personajes más relevantes de la jerarquía eclesiástica y política de finales del siglo XVI, desempeñando cargos tales como el de consejero de la embajada Española en Roma y miembro del tribunal de la Rota de Roma por parte de la Corona de Aragón.
La Casa Peña se construyó entre 1610 y 1612 y es obra del arquitecto Joan Palacios, autor también de la reforma de la iglesia de la localidad. El palacio es de planta cuadrada y distribución simétrica. Cuenta con tres alturas y tiene dos fachadas arquitectónicamente muy similares, con una gran portada, un frontón partido y el escudo de la familia propietaria. Sobre ellas se abren sendas ventanas enmarcadas por sillares almohadillados y coronadas con un frontón. Las dos portadas de acceso dan paso a un amplio zaguán con una escalera lateral que conecta con un estrecho balcón que ocupa todo el piso superior.
Camino de los Pilones entre Villarroya de los Pinares y Allepuz
Declarado Bien de Interés Cultural
El un camino histórico, un tramo de un antiguo Camino Real entre Teruel y las poblaciones del Levante, por el Maestrazgo turolense. Es el único tramo de estas características conservado en toda su extensión en Aragón, que comunicaba las poblaciones de Villarroya de los Pinares y Allepuz en Teruel, a lo largo de un recorrido de casi 6 kilómetros.
Este camino medieval, vía de salida de las materias primas del Maestrazgo, sobre todo lana, posiblemente fue transitado por el rey Jaime I, El Conquistador, en su camino hacia Peñíscola desde Teruel, pasando por Allepuz y Villarroya de los Pinares, como se deduce del documento «Llibre dels fets o Crónica histórica».
Con muchas probabilidades este camino se señalizó con pilones, tal como podemos recorrerlo en la actualidad, en la Edad Moderna, siglo XVIII, momento en que las comunicaciones en España se racionalizaron y mejoraron considerablemente con el fin de facilitar el tránsito, la comunicación y el comercio, especialmente en lo que se refiere a la salida de las materias primas de las áreas rurales, concretamente lana, esparto y tejidos del Maestrazgo.
La característica principal de este camino es la existencia de unos grandes pilones o hitos, conservados actualmente en número de 113, construidos con obra de mampostería, piedra y mortero y enlucidos. Estos son de forma cilíndrica, con mayor diámetro en basamento y remate. Las dimensiones medias son: altura aproximada 2’50 metros y diámetro aproximado de 0’65 metros.
Los pilones se sitúan a los laterales del camino a distancia regular, entre 30 y 50 metros, con el fin de obtener una relación visual entre ellos para no perderse con la ventisca, nieve y niebla, elementos meteorológicos que son frecuentes en este paisaje árido sin apenas vegetación arbórea.
Desde el núcleo de Villarroya, el camino parte de la calle de las Eras, paralelo a la actual carretera por la ladera izquierda, en dirección a Allepuz. El camino discurre entre los antiguos pajares para descender por las faldas de la loma de la Hoya Llana, paralelo al río del Agua Blanca, también conocido como el de las Pavías. Tras circular un tramo junto a este río, lo cruza, alcanzando la actual serrería del Tosco. Hay que hacer constar que esta serrería era el antiguo molino señorial de la Orden del Hospital en Villarroya.
Se tiene noticia de la desaparición de varios pilones a lo largo del siglo XX. El primero de los pilones conservado, está situado junto a la serrería del Tosco. A partir de aquí, la senda, perfectamente marcada, discurre junto al cauce de agua proveniente de las fuentes del Tosco. Desde este punto es donde ya se vislumbra el camino con toda su grandeza y donde se aprecia una panorámica de conjunto de los pilones que, de una manera zigzagueante, inicia un ascenso hasta alcanzar un antiguo corral de ganado, denominado la majada del Rallao, que queda a la izquierda. Ya en el término de Allepuz los pilones se suceden regularmente marcando todo el camino hasta finalizar en un magnífico peirón de piedra sillar dedicado a San Cristóbal, desde donde el camino desciende hasta el núcleo de Allepuz.
La memoria oral incide en la construcción del camino de los pilones a causa de la frecuente perdida de los viajeros, comerciantes, tratantes, etc. en este paisaje semiárido del Maestrazgo turolense, al cual afectaban todas las inclemencias del tiempo. La señalización para los caminantes es por tanto su principal identidad, constituyendo hoy en día un magnífico ejemplo de las comunicaciones y el intercambio entre poblaciones tal como han venido originándose y sucediendo a lo largo de la historia.